Introducción a mi trabajo sobre las virtudes caballerescas en el relato geográfico en Sarmiento de Gamboa.
Un resumen de este trabajo presenté para el X Coloquio Internacional de Historiografía Europea en la Universidad Nacional de Mar del Plata - 2013.
Para 1578 el corsario inglés Francis Drake incursionó en el Pacífico a través del Magallanes y asoló los puertos de las posesiones españolas. La incursión demostraba el potencial marítimo militar inglés y ponía en duda la hegemonía militar española en sus propias posesiones. El Virrey Toledo intentó enfrentarlo organizando una expedición que diera con él en las costas de Panamá, pero no hallo del inglés más que los despojos que dejaba a su paso. Fue tras este fracaso que puso sus ojos sobre el Magallanes; pensó que el cierre de la vía de acceso del corsario por medio de la instalación de puntos de control y vigilancia en el confín más austral del continente era la forma de controlar la frontera e impedir otras incursiones. Para esto debía antes conocerse cabalmente la naturaleza y geografía del estrecho, de las cuales no había información clara más que rumores sobre sus fortísimas tormentas e intenso frío. El elegido para dirigir esta tarea fue Pedro Sarmiento de Gamboa, reconocido por su educación cosmográfica y experiencia náutica. En 1579 desde el puerto de El Callao zarpó la expedición relatada en el texto estudiado. En este contexto, la Ordenanza del Virrey -que se incluye en la relación- permite entender cuál es la dirección que el poder colonial explicita para la expedición al Magallanes:
“En todo el viaje que llevares no habéis de perder el cuidado, así vos
en el un navío, como el dicho almirante en la almiranta de ir echando vuestros
puntos, y mirando con cuidado las derrotas, corrientes y aguadas que hallares,
y los vientos que en los tiempos de vuestra navegación os corrieron y los bajos
y los arrecifes, islas, tierras, ríos, puertos, ensenadas, ancones y bahías que
hallares y topares.”[1].
Los fines geográficos son claros, la Corona
necesita conocer el espacio para poder controlarlo, este conocimiento implica
conocimiento detallado de la naturaleza del lugar. En este sentido, siguiendo a
Schlögel es posible vincular la necesidad de documentación geográfica con
la expansión colonial ultramarina desde una concepción cartográfica del dominio[2].
Hacer una descripción precisa de un espacio alejado del centro imperial desde
donde se dirige la expansión implica varios procesos. En primer lugar, el
espacio ignoto pierde el exotismo que le genera la distancia. Al volverse una
dimensión mesurada y cartografiada deja de ser totalmente desconocido y remoto
para disponerse al alcance de la mano mediante un mapa. El mapa, entonces, es
el documento material de la penetración y el dominio de un espacio geográfico.
“…y habéis de ir advertidos de que, pudiendo ser, en las partes
señaladas que os pareciere se pongan cruces altas para señales para los que
después por allí fueren y pasaren; y donde no hubiere nombres puestos los iréis
poniendo para el orden de los dichos libros, y de las cartas de marear.”[3].
Así, la Ordenanza del Virrey destaca también la
importancia de la denominación, la señalización y el mapeo con vistas a
posteriores expediciones similares. Se trata entonces de un ‘segundo
descubrimiento’ orientado hacia el control y dominio de la zona, puesto que ya
ha habido un descubrimiento primero que proveyó conocimiento de la geografía y
el clima del lugar: “y procurad con
vigilancia saber todas las bocas que tiene el dicho estrecho”[4].
Pero de estas bocas, islas, canales y demás solo se tiene la idea general, se
requiere el conocimiento sistematizado, documentado con mapas y nombres,
específico y, en la medida de lo posible contabilizado. Tal conocimiento se
coloca en primer lugar, mientras la posesión por medio de autos en nombre de la
Corona no aparece sino hasta el punto VIII de la Ordenanza. Otros asuntos, como
el reconocimiento de las poblaciones e incluso lo concerniente al corsario
Drake y su flota –punto XVI-, es decir, el móvil de la expedición, se presentan
como de menor importancia.
El segundo proceso es el que la presente comunicación
se propone analizar, y se relaciona con la documentación textual que deja el
primer proceso de mapeo. Esta expone una retórica aparentemente transparente y
objetiva, pero que hace evidentes los fines y las posturas del viajero.
Sarmiento de Gamboa no ofrece solamente una descripción geográfica sino que
produce toda una construcción del significado que quiere otorgarle a la
expedición, en la cual se postula como un sirviente de la Corona fiel, valiente
y que se enfrenta a un monstruoso enemigo representado por la naturaleza hostil
del Estrecho. A la descripción geográfica subyace el relato de este
enfrentamiento entre el héroe geógrafo y la naturaleza enemiga. En esta puja,
desde el primer apartado se definen sus perfiles y se narran sus combates. Así,
la narración a la vez describe el Magallanes y consolida también la idea de la
entidad geográfica a la que se enfrenta. No consiste, de este modo, tan sólo de
un viajero que adecua un espacio a una serie de esquemas descriptivos que le
permitan darlo a conocer en su dominio. En cambio, el resultado de la narración
es distinto porque la construcción hecha acerca del espacio descrito se utiliza
para configurar la identidad heroica de Sarmiento de Gamboa en tanto navegante
y vasallo.